sábado, 10 de noviembre de 2012

Reformas de guerrilla: Puertas a otra dimensión (una bisagradable experiencia)


¡Egun on, brikolaris y brikoleras!

¿Hartos de aquel mueble viejuno pero sin ganas de meterse en el fregado de cambiarlo?

La idea es muy simple: Cambiando las puertas y dejando la estructura se le puedes dar un aire muevo a un mueble. Esto aplica especialmente a los muebles de cocina y en general a aquellos cuya estructura quede oculta o sea muy neutra. Veremos dos ejemplos. 

Curiosamente leí un artículo sobre este tema en el dominical del Financial Times. La redactora estaba en-can-ta-dí-si-ma con su nueva casa de campo a una hora de Londres. Y se había ahorrado un mucho cambiando sólo las puertas de los muebles de la cocina. Y es que eso debe ser de agradecer si tu economía sólo te permite una casita de dos millones de libras esterlinas, claro.

Muy bien, abrid la puerta y mirad las bisagras. ¿Tienen una pinta como esta? ¿Con una especie de cazoleta que se mete dentro de la puerta?




Si las bisagras no son de este tipo, os podéis quedar con la idea del artículo y adaptarlo a las bisagras existentes, o pasar las bisagras a modernas bisagras de cazoleta. 

Si os toca adaptar o decidís haceros toda la puerta solitos... ¡Enhorabuena, la broca Forstner es vuestra amiga!

 
Esta especie de versión para taladro doméstico de las tuneladoras del metro permite hacer agujeros de mucho más diámetro que los de una broca normal. Y con el fondo plano, excepto el hoyuelo del centro que sirve para guiarla en su avance. Ahí encaja la cazoleta de la bisagra.



La medida típica es de 35mm de diámetro. Raramente se ve otra, pero haberlas haylas y se encuentran.





Sobre hacer los agujeros con la broca Forstner para meter la cazoleta de la bisagra:

  • Si os consideráis valientes, adelante con ella. Pillad un taco de madera, aglomerado, DM o de lo que sean las puertas y practicad un poco antes. Idealmente se aplica con algún soporte vertical, pero va bien a pulso siempre que con un punzón le hagas la marca de donde empezar.
  • Si no os compensa comprar una (más de 10 euros) o estáis perrunos, podéis pedir al almacen maderero que os hagan los agujeros ellos mismos. Cobran una pequeña cantidad. Ojo con como quieren las medidas que no haya confusión.

Para comprar bisagras, ten esto en cuenta:

  • Antes de ir a la bricotienda fijate mucho en como se monta la puerta en el mueble. Hazte un croquis y una foto. Y es que existen diversas variantes de bisagra según la puerta quede entre las paredes, o por encima de estas, y como encaje con las puertas adyacentes...
  • Normalmente el paquete de bisagras ya trae un esquema de como encaja la puerta respecto al armario. Es un corte en el que se ve el encaje.
  • El paquete debería traer una plantilla de papel con el esquema de donde hacer los agujeros en la puerta y en el armario. Presentar la plantilla sobre la pieza y marcar con un punzón el punto de apoyo del taladro.
  • La bisagra está formada por dos partes: La base que se atornilla al armario y la bisagra propiamente dicha que por un lado se atornilla a la base y por el otro tiene la cazoleta que encaja en la puerta y se atornilla a ésta.

  • Según la bisagra, puede tener hasta tres grados de ajuste (o ninguno) para los ejes X, Y, Z. El ajuste en el eje Z (en vertical) suele venir dado por agujeros en la base con forma alargada, lo que permite poner la puerta más arriba o más abajo. El ajuste en X e Y, respectivamente mover la puerta hacia delante o atrás y acercarla o alejarla de la pared, suele ser algo más puñetero. Los agujeros de la bisagra por donde se atornilla a la base son alargados para permitir acercar o alejar la puerta de la persona. Hasta aquí, fácil. Para acercar o alejar la puerta de la pared, ojo: El tornillo más hacia dentro del armario es normal y mantiene ambas piezas unidas. El tornillo más cerca de la persona es especial y roscándolo aleja o acerca la puerta de la pared. O sea que este ajuste hay que hacerlo combinando  la presión de ambos tornillos.
  • La diversión se multiplica cuando hay que tener en cuenta que los ajustes en una bisagra siempre está afectados por la otra bisagra. En resumen, que es un proceso algo iterativo hasta que encuentras el punto.
  • El consejo es primero presentar las puertas y ver que encajan en el armario (y es que no siempre el hueco es rectangular. Luego ajustar el eje Z para que queden centradas verticalmente. Siguiente paso que queden a la distancia de la persona adecuada exagerando la distancia a la pared del armario. Último, reducir la distancia a la pared, porque esta forma de hacerlo se hace aflojando el tornillo que “saca” la puerta y apretando el que fija las dos partes de la bisagra, y esto se puede hacer a la vez.
  • Si hay más de dos bisagras, hacer primero las de los extremos y luego las centrales.
El mejor consejo, que si cambiáis bisagras antes de meteros en una puerta real hagáis un entreno con un par de cortes de tableros.

Todo queda explicado muy visualmete en este video.


Oh, y esto para bisagras puerta a armario a 90 grados. Las hay para angulos de 45 grados, para unir una puerta que se abre sobre otra puerta, para puertas que se alejan del armario al abrir... La diversión es infinita.




Ahora que lo sabemos todos de bisagras de cazoleta y las brocas Forstner, pensemos en las puertas.

  • Tomar las tres dimensiones de la puerta a sustituir. ¿Tres? Si. Porque el grueso se puede dar de bofetadas con el que admite el movimiento de la bisagra, puede impedir que se abran a tope dos puertas contiguas que se atornillan a la misma pared, etc. Mucho tiento con el tema, y ante la duda prueba de concepto con un tablero.
  • Lo más fácil es un tablero de aglomerado con algún tipo de revestimiento. Os lo cortarán a medida y le harán el canteado de los lados. El canteado puede ser  en el mismo color, o con alguna variante. Y puede ser revestimiento sin grueso, o con algún tipo de perfil y volumen. Si tiene grosor, ojo con dar las medidas del corte puro o de la puerta total. Las ventajas del que tiene grosor es que evita que los cantos sean rectangulares, más agradable al tacto. 
  • Para casas rústicas puede interesar hacer una puerta pintada de un color, veremos ambos casos en los ejemplos.
  • Para las medidas, contar que hay que dejar un par de milímetros a cada lado de la puerta para que se pueda mover bien. Menos os forzará a un encaje perfecto, más quedará bastante holgada. Esto aplica a puertas que quedan “dentro” del armario, del que se ven los frontales de las paredes. 
  • Si quedan por delante del armario, dejad los dos milímetros de rigor allí donde toquen con otras puertas.

Bien, vamos al primer ejemplo. Casa rústica heredada (no, no vale dos millones de libras) con mobiliario que incluye esta hermosa pieza forrada de Formica, el desiderátum de las amas de casa de los 70. Y más fea que una camarera de herriko taberna con resaca. Hay que hacer algo (al mueble, que eso sí que tiene arreglo).




Por suerte, la pieza de encima se podía quitar con un poco de inteligencia bruta, los cajones tenían el frontal como pieza separada y atornillada, y las puertas eran de bisagra de cazoleta de 35mm. 

Para la realización

  • Se encargaron a medida las piezas de tablero DM. El tablero de densidad media (DM) es papel prensado duro como madera, pariente del cartón piedra. Tiene la ventaja que en los laterales no presenta los agujeros que puede tener el tablero aglomerado de madera. Un poco de masilla sobre ellos y lijar entre manos para alisarlo del todo, que si no queda rasposillo.
  • El remate alrededor de las puertas y frontal de los cajones es una tapeta con dos cantos romos, puede ser cualquier junquillo o moldura que os apetezca, siempre que recordéis que no hay que sobrepasar un límite de grosor. En el caso del ejemplo, poco importa ya que el mueble es independiente. La madera junta con el DM con cola blanca de carpintero debidamente apretada. Si no tenéis sargentos para apretar, poner la puerta plana y usar algún peso.
  • Para poder abrir harán falta unos tiradores. Aparte de que os gusten, pensad que están diseñados para un grosor de puerta, verificad que los tornillos ni quedan cortos (tirar) ni largos (cortar con una sierra de metal). En el caso del ejemplo, el frontal iba atornillado a la estructura del cajón que añadía un centímetro de grosor. Con una broca de madera se hizo sitio para la cabeza del tornillo en la estructura del cajón, dónde quedó disimulada.






Las puertas se pintan con una mano de selladora y barniz al gusto, en este caso el mismo que las puertas de las habitacines (Titán 3566 blanco nieve, luminoso y limpio). Si el corte en inglete (a 45 grados) de la decoración de las puertas no ha sido perfecto, un poco de masilla lo apañará.








Seguimos con el horror Formico setentero (por no hablar de los tiradores redondos, agh!). 




Un inciso: Si hacéis mortero en una habitación con varilla de mezclar en el taladro, proteged el mobiliario de las manchas de cemento.



Aquí como se ve se han puesto puertas y frontales de cajón de tablero aglomerado revestido de estratificado. El remate de los cantos es una tira plástica con perfil en dos colores, el que mana simil acero y una tirita negra que, mira, le da un aire. Los tiradores son de Ikea aplicando el criterio de Homer Simpson para elegir vino en el restaurante: “el penúltimo más barato” (nada baladí cuando escribo sufriendo depresión post-party de anoche, que me fié del “vino de la casa” de un sitio al que juro no volver)




Por cierto, dentro de horror setentero entra también el alicatado bizarro. En esta cocina se aplica el criterio de reforma mínima, por lo que en lugar de alicatar se opta por pintar con una pintura especial para azulejos. Lo dejamos para un próximo post global de toda la cocina. El resultado, dado a rodillo de espuma, no es brillante como un azulejo (tampoco mate, brilla pero no refleja imágenes) pero queda bastante curioso.







¡Egun off!

jueves, 8 de noviembre de 2012

¡Este suelo es una ruina! Una odisea autonivelante

¡Egun on, brikolaris y brikoleras!
Cuando en los anuncios inmobiliarios lees “finca señorial” sabes de qué va la historia: Piso viejuno y hecho polvo. Necesidad de reformas... ¡Diversión, hostias!
El piso de este post es de la Barcelona de los años 20 del siglo XX. Dice la leyenda que hay en el patio de luces una bomba de la guerra civil que no explotó y sigue enterrada. Pero lo peor es que este modesto entresuelo tenía debajo un bar cuyo anterior dueño echó abajo unos “tabiques” que en realidad eran paredes maestras. El desaguisado se arregló, pero algo se movieron las paredes y afectó al suelo. El impresentable ya no está para demandarle gastos, ahora hay un restaurante tibetano pro Dalai Lama, con lo que puede que si no explota el souvenir de 1938 de la aviación legionaria italiana sean los servicios secretos chinos los que la líen parda.
Bien, al grano. Sacad el juego de dominó, formad un mosaico encima de la mesa de unos 20x20cm, y con las manos empezad a apretar por dos lados opuestos. ¿Qué pasa? Que se acaban levantando y saltando. Eso mismo pasó con las baldosas de este piso, sin llegar a saltar, pero una vez rectificados los asientos de las paredes quedaron formando unas crestas.
En la imagen (perdonad la calidad) podemos ver la nula planicidad del suelo gracias a la regla. Unas cuantas baldosas ya no están porque al estar levantadas bastó con un destornillador para hacer palanca y quitarlas. Sin haberlas quitado, la regla oscilaría aún más desde un punto más elevado.


El primer paso es crear la “piscina” que rellenaremos de mortero. La imagen muestra el principio del proceso, se llegó a dejar sólo 3 filas de baldosas respecto a las paredes opuestas a la puerta.





Las reglas a seguir son:

  • Quitar todas las baldosas que estén sueltas hasta llegar a las que opongan firme resistencia
  • Con una regla hecha con un tablero con un nivel de burbuja atado, puesta de lado a lado de la piscina, controlar la horizontalidad de los bordes de la piscina.
  • Los bordes de la piscina han de estar a un nivel similar. 
  • Cuidado con que la parte central quede por encima de los bordes.
  • No superar excesivamente el grueso permitido del mortero. De forma empírica, he visto rellenar huecos de baldosas de granito de 5cm de grueso sin problema, y eso supera a cualquier cosa que tengas en casa, pero ojo con los gruesos que vienen en las instrucciones del mortero.

Aparte de la regla y el nivel de burbuja, necesitamos un cincel y un martillo contundente para levantar baldosas. Apoyar la punta del cincel entre el suelo y la baldosa y aplicarle su dosis de Mjolnir (martillo de Thor).



Si las baldosas está aferradas cual críos de los ochenta al barco de Chanquete, y tu taifa autonómica no es de aquellas que confieren reciedumbre de carácter, puede que te interese el uso de un martillo percutor. En Lidl cuando toca la oferta se puede encontrar por unos 40 y pico euros el taladro percutor Parkside PEBH 1000, mil de vatios de potencia, el doble o la mitad más que los típicos caseros de 500W y 650W. 

Las fotografías del juego de brocas y de la broca cincel calzada hablan por si mismas de la belleza de la destrucción que puede causar este juguete. Se recomienda trabajar escuchando Wagner a todo volumen para un completo efecto. Amo mi taladro percutor.





Con esta facilidad levanta las baldosas incluso estando compactadas


Una vez tengamos nuestra piscina para rellenar, de bordes nivelados y sin ninguna parte del interior que sobresalga, es hora de rellenarla para conseguir un suelo liso.

El relleno es más que simple, mortero M7,5, también llamado M80 (o circunvalación de Madrid por Vladivostok) en sacos de 25 kilos, mezclados con una varilla enchufada a un taladro normal en el interior de un capazo de caucho de capacidad suficiente para tragar los 25 kilos o la mitad (dividir por tres cuesta más, y por cuatro es de nenazas).





El capazo tiene dos asas laterales para su transporte, si tuviese una varilla metálica sería un cubo italiano y si fuese de menor capacidad y forma prismática sería una gaveta.





El M7,5 es un material barato: un euro y poco el saco de 25 kilos. Como que el método para saber cuanto se requiere es el mismo que para la pasta autonivelante (a 18-20 euros el kilo), es un buen momento para comentar como calcular la cantidad requerida.
Para la profundidad, se puede tomar el grueso de la baldosa y añadirle un centímetro, o mejor tomar varias medidas del suelo libre a la regla y sacar un promedio. La medida de profundidad se toma en centímetros y la superficie en metros cuadrados. Esto es así porque el rendimiento del saco se expresa en kilos que van a entrar por cada m2 de superficie y cm de profundidad. 
Valores típicos de rendimiento son de 20 a 24 kg por cm y m2. Si por ejemplo hemos de rellenar 2cm en una piscina de 1,5 por 1,2 metros, tenemos 1,5m x 1,2m x 2cm x 24 kg/m2cm = 69,12 kilos, marchen 3 sacos de 25.
En el caso de la pasta autonivelante que veremos luego, el rendimiento se puede expresar en litros por saco. De memoria, 17 litros por saco. Aquí, dado que la autonivelante se da para capas de unos 3mm como mucho, va bien pensar que un litro equivale a 1mm de altura por m2 de superficie. Sea una habitación de 3 x 3,5 metros a la que levamos a echar un par de milímetros, 3 x 3,5 x 2 = 21 litros, habrá que comprar dos sacos de los que sobrará buena parte del segundo.
Puestos a trabajar el mortero, haz lo que nunca hace la gente con el ordenador porque aquí no vendrá ningún amigo pringado informático a ayudarte: RTFM (read the f*cking manual). Cuenta cosas chulas que vale la pena saber. Tomemos un ejemplo:



Varias observaciones:

  • El término M7,5, indica que soporta una presión de 7,5N por mm2, que dividido por 9.8 m/s2 de la gravedad son unos 750 gramos por mm2. Si queréis bailar encima el lago de los cisnes girando sobre una pierna de punta con zapatillas de bailarina de pongamos unos 2 x 2 = 4cm2 apoyados en el suelo, procurad no pesar mas de media tonelada.
  • La medida del agua para mezclar se puede tomar sin más problema con una botella de plástico de 1.5 litros, sin preocuparse en demasía por el error. Vosotros mismos le iréis pillando el truco a la cantidad de agua para que quede amasable, ni mazacote ni muy líquido. Para este ejemplo de 3,5 a 4,5 litros por saco, si usáis un capazo no muy grande echando sacos de mitad en mitad, para echar 2 litros mejor echar una botella entera y un culín, y si es necesario añadir un poco más.
  • Las baldosas viejas no van a la basura. Buscad sacos de runa en la bricotienda de confianza y consultad al ayuntamiento cual es el punto verde, "deixallería" o escombrera procedente para echarlas. Y si necesitáis algún permiso de obra menor.
Y finalmente ahí van las fotos de la mezcla y el rellenado. Es útil guardar el listón que hemos usado de regla, porque con el alisaremos el mortero. El exceso lo recogeremos con una paleta o cuchara de albañil.













Y ya está, no se requieren grandes maravillas. Si hubieses de trabajar al exterior en condiciones climáticas extremas, o si hubiesen humedades, si que te recomendaría hablar con un especialista para encontrar consejo, pero para dejar a punto para otras tareas un piso normal, es suficiente (aunque declino cualquier responsabilidad, es lo que hay).
Puede que algún trabajador de la construcción te hable de hacer el mortero haciendo una montañita, echando agua en un cráter en el centro y con la pala bla, bla, bla... Efectivamente, también se hace así, especialmente entre gente con camiseta imperio y pañuelo de cuatro nudos a la cabeza, pero la opción de capazo y varilla es la más cómoda para un brikolari. Y para grandes volúmenes, se usan sistemas mecánicos que proyectan el hormigón, o sea que nada de batallitas.
Sobre el mortero y baldosa vieja se pueden poner ya baldosas para el suelo, cosa que veremos el día que hablemos de Zen y el noble arte del alicatado.
Otra opción es un pavimento ligero, sea moqueta o sea tarima flotante. En este caso se echa una última capa de pocos milímetros (2 ó 3) de la llamada pasta autonivelante, que es otro tipo de mortero fino mucho más líquido. En su punto justo la autonivelante fluye llenando toda la habitación (ojo, poner algún tope en las puertas, basta un listón de madera).
La autonivelante es diez veces más cara que el mortero. Mirad precios, mi experiencia es que el aparentemente simpático y tradicional almacén del barrio me la vendió a 21 euros el saco para encontrarla luego en la cadena Bauhaus por menos de 18. Para más inri, la del barrio estaba pasada o algo y nada de liquididad, formo unos horribles grumos sobre los que hubo que echas más pasta del Bauhaus. Imaginad eso en el primer saco que echas en tu vida y la gota de sudor frío :)
Como final feliz, ahí va la habitación que recibió baldosas (que no es plan poner tarima en una cocina). Hablaremos de ella en otro post titulado: “Reformas de guerrilla. Puertas a otra dimensión” 






¡Egun off!